Desafío de la proximidad
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Lo primero: felicitar a los miles que ayer 8 de diciembre peregrinaron a santuarios marianos, sobre todo Lo Vásquez. No es un dato menor. A pesar de la tensión, venciendo el temor, las dificultades de transporte, ellos se animaron a ir a esos oasis espirituales para descansar el alma y dar gracias a Dios. ¡Muy meritorio!
Circula por las redes un texto profético del Papa Francisco, de una de sus homilías en Chile de enero pasado. Atingente a esta hora. El Papa invita a “sembrar la paz a golpe de proximidad”. En efecto, nos dice: “¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra. Esta es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz, de volver a hilar una realidad que se puede deshilachar”.
La paz es fruto de la justicia, pero también de la “proximidad” al otro. El otro no es un enemigo. Somos hijos de la misma tierra. La paz es un imperativo y requisito para el cambio y se construye en la vecindad, física y espiritual. Se trata de vencer tontos prejuicios y aventurarse a encontrar al otro. El trabajador por la paz, dice el Papa, sabe que muchas veces es necesario vencer grandes o sutiles mezquindades y ambiciones, que nacen de pretender crecer y ‘darse un nombre’, de tener prestigio, a costa de otros.
El trabajador de la paz sabe que no alcanza con pensar: no le hago mal a nadie, ya que como decía san Alberto Hurtado: ‘Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien’. Sí, construir la paz es un proceso, que supone creatividad para gestar relaciones capaces de ver en el otro, en el vecino no a un extraño, a un desconocido, sino a un hijo y hermano. Supone generosidad, humildad, apertura, empatía.
La movilidad social en Chile es mayor que la de países similares. Pero no se nota en la convivencia diaria. Aspectos como barrio, apellido, colegios, tienen aún una gravitación tóxica, que impacta negativamente nuestra convivencia. A pesar de ser un país pequeño, ¡conviven mundos tan distantes unos de otros! Quienes “están arriba” tienen una mayor responsabilidad por romper esa espiral viciosa; están llamados a tender puentes, acercar e integrar.
Estamos pensando un Chile distinto y mejor. Comencemos preguntándonos: ¿cómo trato a los demás? ¿Hago acepción de personas? ¿Me junto sólo con los que me son afines? ¿Conozco a todos con los cuales trabajo? ¿Soy amable, respetuoso? Buenas preguntas para fin de año.